Siempre llegábamos en el “Payasomóvil”, una furgoneta blanca conducida por Don Luis, un carismático Chocoano (este es el gentilicio de las personas que viven en esta parte del pacífico Colombiano). Él nos llevaba de arriba para abajo. Cuando el carro se acercaba un poquito a las escuelas, ya sentíamos el tronar de gritos, risas y algarabía de los niños y niñas que estaban inquietos, listos para recibirnos como estrellas de rock o, en el caso de Quibdó, como estrellas de Ritmo exótico (un tipo de música de la región).
¡Payasos! ¡Payasos! ¡Payasos! Gritaban a destiempo y muchas veces en coro. ¡Llegaron los payasos sin fronteras! Reconociéndonos como ese grupo de locos delirantes que vienen cada cierto tiempo a hacer tonterías y a jugar. El recibimiento siempre era increíble. A mí personalmente me gustaba más que el mismo espectáculo porque ese primer contacto, ese saludo tan espontáneo arrojaba cosas maravillosas como “Payaso tírate un paso”.
En Quibdó hay muchas cosas que culturalmente son hermosas, entre ellas la música, el increíble talento para bailar y, sobre todas las cosas, la magia de hacer coro cualquier acontecimiento de la vida. Un día después de bajarnos del Payasomóvil, y de que los niños y niñas hicieran una rueda alrededor de nosotros, comenzaron en coro a gritar ¡Eh ! ¡Eh ! ¡Eh! y todos como poseídos por el espíritu del baile iniciamos la fiesta. Hay una frase que no falta en este ritual y es: ¡tírate un paso! Y si en ese círculo alguien te lo dice mirándote a los ojos, debes salir al medio y hacer un paso cualquiera, el que te nazca, porque al final todos celebran tu triunfo o tu fracaso.
En medio de ese juego emergió una niña que era la que más animaba el jolgorio y cantando decía: ¡Payaso tírate un paso! Con ese acento Chocoano, con esa voz amarimbada y mirándonos a los ojos, nos invitó a pasar y hacer nuestros pasos raros, absurdos y poco histriónicos. Ellos se retorcían de la risa porque ahora los exóticos éramos nosotros. Así fue como esa niña, en representación de todos nuestros espectadores de Quibdó, nos otorgó tremendo regalo: la canción de “Payaso Tírate un paso”, el hit oficial de esta gira.
Fue un regalo porque solucionó algo muy importante. Llevábamos un par de funciones y no teníamos el remate del espectáculo, siempre salíamos diciendo: "Funciona, pero hace falta algo". Así que, al día siguiente decidimos poner una pista de ritmo de exótico y comenzamos a improvisar una letra con esa frase que luego se convirtió en una canción, la cual nos invitaba a todos a bailar, nosotros hacíamos algunos pasos para romper el hielo, luego cantábamos: "¡Niño tírate un paso! ¡Niña tírate un paso!" Y mirándolos a los ojos entendían ese contrato social del baile, pues de inmediato se levantaban y al pasar al escenario nos deleitaban con los pasos más impresionantes que jamás hayamos visto.
Gracias, niña, por el regalo y por recordarnos que un espectáculo de Payasos Sin Fronteras siempre será un diálogo en todos los sentidos, que uno como artista trae algo para compartir y la gente como espectadora tiene mucho para dar. Y así, de esta manera, al escucharnos, logramos conectar más profundo.
Gracias, niña, por invitarnos a entender que acá todos nos hacemos felices, todos nos sostenemos, todos nos recordamos que es mejor reír y disfrutar el presente en medio de cualquier tormenta, y de esta manera, esta expedición nos muestra la importancia de siempre invitarnos al juego, mirarnos como igual, y compartir esta fiesta que es la vida.
Una fiesta que han vivido más de 3.992 niños y niñas en 13 espectáculos.
Sólo queda por decir a quien lea este escrito, ¡levántate y tírate un paso!
Daniel Varón Mesa (Payaso Cafeto)
"Payaso, ¡tírate un paso!"
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