miércoles, 23 de agosto de 2023

El confeti siempre queda

5:30 de la mañana, aeropuerto de Bogotá. Los tres con cara de sueño. La señorita azafata nos pide la documentación.

-¿Que llevan ahí?- Dice señalando con las cejas nuestra croqueta gigante envuelta en film.

- Ah, poca cosa...algunos instrumentos musicales que necesitamos para el show.

- ¿Son músicos? 

- No, payasos- decimos con cierto orgullo.

En un segundo, la mirada amable centellea y se torna iracunda. Congela el rostro y nos pregunta en tono amenazante:

-Así que payasos... ¿Llevan confeti?

De repente, nos sentimos culpables de no sé qué. Pero sacamos pecho.

-Pues... Esto... Sí, claro... Algo llevamos. Claro que llevamos confeti, señorita. Es algo normal. Si no, ¿Qué clase de payasos seríamos?

Ella pone por un momento los ojos en blanco y en tono neutro nos suelta una retahíla sobre la seguridad en los vuelos y más concretamente su importancia en los vuelos internos. De lo desafortunado de llevar confeti, puesto que todo lo que vaya comprimido corre el riesgo de explotar en la bodega del avión y afectar la seguridad de los pasajeros blablablablablabla....

Ahí a alguien se le enciende la bombilla.

-Pero nosotros no llevamos confeti con aire comprimido.- Le explicamos que nosotros no somos payasos de kabuki, no nos va ese rollo efectista del pum y confeti a saco que lo pone todo perdido. Somos más clásicos. De tener un poco en el bolsillo para el "tachán" final y algún momento así suelto. Que además lo que llevamos son un par de bolsas que compramos en el bazar, nada peligroso.

BINGO. La señorita azafata titubea unos segundos y nos dice que bueno, pero que igual nos va a cobrar el sobrepeso. Pone sus sellos.. pum, pum,pum. Volamos a Quibdó.

Ya en el avión, mientras sobrevolamos la selva Chocoana, me acuerdo del careto de la azafata y me entra la risa...¡Ay, el confeti! Querido y odiado a partes iguales around the world. Los payasos somos temidos por nuestro confeti, pero también recordados. Pienso en aquella anécdota que contaba Tortell cuando volvió al cabo de unos años de expedición a un país que ya había visitado antes y alguien que lo reconoció, lo llevó a su casa a enseñarle el confeti que tenía guardado dentro de un libro desde aquella vez. También una expedición a Kosovo donde, al acabar el espectáculo, los niños se tiraron al suelo como palomas al pan para recoger todo el que había caído durante el show. Lo juntaban en el suelo en montañitas y lo volvían a tirar al aire una y otra vez, en bucle. Y siempre soltaban la misma carcajada llena de alegría. Me hubiera quedado allí todo el día, oyéndolos reír con esa felicidad. ¡Vaya regalazo!

Si pudiera, le regalaría a la señorita azafata un rato de oír a esos niños reírse. Igual así, lo miraría con otros ojos más amables.El confeti deja a su paso un poso de alegría, un azuquita que te recuerda que ahí hubo jarana. Que la pasaste rico, cómo dicen acá.

Aquí en Quibdó se vive sabroso. Una ciudad de contrastes  que late fuerte en el corazón de la selva. Es uno de los sitios donde más llueve de todo el planeta, posee una naturaleza exhuberante, fértil y rica en oro, y acoge una pobreza extrema. Una pobreza de la que uno no puede escapar y que golpea duro en cada pestañeo. Mires donde mires.

También laten fuerte sus gentes: alegres, dulces, leales, bondadosas, bailongas... ¡Que Dios me los bendiga! Y sin embargo, la violencia aquí es brutal y sigue aumentando alarmantemente, sobre todo entre los jóvenes. Hace muchos años que la violencia se apoderó del territorio. Al menos eso nos cuentan.

-¿Usted de donde viene, seño?- Me pregunta una adolescente que se acerca a charlar un rato mientras termino de prepararme para el espectáculo. Le digo que soy española y me cuenta lo que le gustaría a ella venirse a España. Sin darle mucha importancia le pregunto por qué y ella me contesta sin pestañear:

-Seño, porque acá matan todos los días...

No sé qué contestar. Bajo la mirada y me quedo mirando la barriga debajo de su uniforme de tablitas. Le pregunto cuando sale de cuentas y me dice que "si Dios quiere, el mes que viene". Que va a ser niña y se llamará María José. Le pregunto si es su primera hija. Me mira sin expresión ninguna mientras niega con la cabeza. PUM. Se me cae el alma a los pies.

Una vez acabado el show, ya con los bártulos preparados para marcharnos, una profesora se nos acerca emocionada. 

-Gracias de corazón, lo que ustedes hacen es hermoso. Acá el día a día es muy duro, tenemos una gran problemática...pero ustedes dan alegría. Y la alegría siempre queda.

 Y se me escapa una sonrisa y una lágrima mientras pienso en voz alta...como el confeti.

Virginia Melgar






















Han sido 17 espectáculos para 4.292 personas.

Así lo hemos vivido:




Este es un proyecto conjunto con






Con el apoyo de






*****************

Gracias por leer nuestras aventuras en Colombia.

Ayúdanos a seguir compartiendo sonrisas en éste y otros muchos países.

DONA


Atentamente,

Moi, Abraham, Tatiana y Virginia.

miércoles, 19 de julio de 2023

Pryvit!

 

El pasado 23 de junio, una singular expedición de payasas portuguesas y payasos andaluces llegamos a Varsovia, Polonia, con el objetivo de entretener y divertir a la población refugiada de Ucrania y otras poblaciones vulnerables infantiles.

Singular porque hasta el momento, ninguno de nosotros nos habíamos conocido en persona, ni trabajado juntos, pero poco importó este detalle ya que nuestras ganas e ilusión por nuestro fin era mucho mayor, hacer reír.

Esa mañana, Eva (Muska), Sara (Marioska), Lolo Fdez. (Lolo) y Jose (el Jose) nos mostramos el trabajo que habíamos realizado con anterioridad, a partir de ello, creamos una sinergia de juego que se transformaron en un espectáculo moldeable y adaptable a diferentes edades, lugares y energías.

Es increíble el poder de resiliencia que las niñas y niños afectados por la guerra desarrollan. Nos encontramos con pabellones y salones de exposiciones extensos habilitados para dar cobijo a centenares de familias, vidas reducidas a pequeños cubículos de 5m2 donde entre bolsas y maletas se resumían las historias de unas vidas “normales”. Orfanatos, edificios sociales gubernamentales, teatros y lugares de tránsito, como la estación de trenes de Przemysl, donde un ir y venir de refugiados y refugiadas ucranianas eran recibidas por voluntarias proporcionándoles comida, bebida y descanso.

Desde Payasos Sin Fronteras, actuamos en 16 espacios diferentes, en 9 días, para unas 1200 personas, jugando, interactuando, acompañando y apoyando a grandes y pequeñ@s, ancianos y ancianas, padres y madres… Creando una transformación en sus expresiones faciales y, esperamos que, en sus corazones. Cambiando miradas tristes por miradas llenas de entusiasmo, aportando sonrisas y carcajadas y apartándoles de la carga de responsabilidad y el dolor, durante un instante.

Podríamos describir un sinfín de momentos, pero lo más destacado fue aquello que recibimos por aquellas personas. Esas muestras sinceras de gratitud, esas miradas atentas a los payasos, esos abrazos que duran una eternidad, esa complicidad generada entre niños/as y payasas/os y esas risas, siempre esas risas.

Nos acordamos de diversas situaciones especiales, por ejemplo, cuando actuamos en la estación de tren de Przemysl, desde donde los trenes van hacia Ucrania. En esa estación, hay una sala donde reciben a las madres y los/as niños/as que esperan temporalmente. Cuando llegamos la gente estaba acostada, había algunos niños y poca gente durmiendo. Al principio teníamos miedo de molestarlos, pero en cuanto empezamos a jugar empezaron a aparecer l@s niñ@s, despertando a las madres. Una de ellas permaneció al fondo de la sala durante toda la actuación. Su hija estaba en primera fila siguiendo con entusiasmo y fervor el desarrollo de las situaciones. Cuando acabamos, la niña seguía saltando, bailando e interactuando con tod@s l@s artistas. El espectáculo fue hermoso y conmovedor. Finalmente, su madre se acercó para agradecer la alegría que dejamos en el aire, la despedida fue larga y nos fuimos con alegría, pero también con mucho cariño.

Otro momento estupendo tuvo lugar en el Centro de acogida de refugiados en Varsovia con una gran cantidad de población gitana. Aquel lugar, un gran parque de exposiciones, se había transformado en un pabellón con pequeñas habitaciones, separadas por paredes de madera contrachapada, telas, láminas y todo lo que pudiera servir para hacer posible cierta intimidad.

Iniciamos tocando nuestra música e hicimos un hermoso pasacalle por ese pabellón. Después empezamos el espectáculo, llenos con la energía bonita de la gente. De repente, vimos a un caballero iluminado en la audiencia, emanaba una luz inusual, sus ojos brillaban, parecía que era por el acordeón. Inmediatamente cuando aceleramos, la música de almizcle fue hacia él y tocó para él. ¡Estaba cada vez más feliz y emocionado!

Al final del espectáculo quiso tocar. Se notaba que tenía un gran amor por este instrumento. El acordeón se encendió de nuevo y sonó durante un rato. ¡Los demás payasos y otros usuarios del centro se juntaron y hubo una gran fiesta!

Nos sentimos muy felices de haber podido contribuir en la transformación emocional y psicológica de aquellas personas y de nosotras mismas.

Gracias a la fundación que nos acogió, Joana nuestro enlace, Iuri guía y logista y a todo el personal de apoyo en Polonia y Payasos Sin Fronteras Barcelona.











****************

Esta expedición cuenta con el apoyo de 





*****************

Gracias por leer nuestras aventuras en Polonia.

Ayúdanos a seguir compartiendo sonrisas en éste y otros muchos países.

DONA


Atentamente,

Eva Marqués, Sara Sofia Santos, Lolo Fernández, Jose González



miércoles, 5 de julio de 2023

SAY HELLO

Después de cuatro meses de preparación del espectáculo, de actuaciones de financiación, de hablar con ONGs con las que trabajar, buscar lugares donde actuar y 34 horas de viaje, Click Clowns Company (Lorenzo Mondrón y Óscar Sánchez), aterrizamos el 2 de junio en Katmandú.

Lo primero que hacemos es tener una reunión para coordinar las dos actuaciones programadas para el día siguiente. Esa es la tónica que marcó a partir de ese momento nuestro ritmo diario en este viaje. Comenzaban 15 intensos días de actividad, experiencias y sonrisas en Nepal.

Primer día y nos toca poner, delante de un público nuevo, ese espectáculo que con tanto cariño habíamos preparado. Nos esperan en dos Casas de Acogida. En una, cerca de sesenta niñas y niños sin familia, y en otra, unas cincuenta niñas y niños con diferentes tipos de discapacidades, expectantes por ver a los payasos que vienen de otro país. Ponemos la música y… HELLO, HELLO, HELLO, HELLO, arrancamos hacia la gente, saludando a cada una y cada uno de los presentes. El espectáculo FUNCIONA.

A partir de aquí nos recorremos diez localidades diferentes de Nepal, actuando para unas 1.700 personas en 16 actuaciones. Los lugares son muy variados y cada uno de ellos con una energía diferente: un colegio para 400 niñas y niños, un centro de desintoxicación, un hospital ortopédico, un colegio con niñas y niños de padres en prisión o aldeas de difícil acceso y escasos recursos para vivir. Cada actuación es un nuevo reto, ya que debemos adaptarnos a las necesidades y energía del público que tenemos delante de nosotros. Eso es lo bueno de ser payaso, que te enseña a estar presente en el aquí y en el ahora.

En cada uno de los viajes que hacemos para ir a actuar vamos descubriendo un país encantador, impresionantes paisajes e increíbles personas con ganas de ayudarte si ven que estás perdido. También vamos conociendo a una población con ganas de disfrutar y de reírse, que desde muy pequeños tuvieron que madurar y abandonar rápidamente su niñez. Nuestra visita hace que sus ojos vuelvan a mirar como cuando eran niñas y niños, y la sonrisa se les quede marcada en el corazón.

A nosotros se nos han quedado marcadas, en nuestros corazones, sus miradas, risas y palabras de agradecimiento, además de las historias de cada ONG con las que hemos trabajado y a las que queremos agradecer y recordar. Gracias Dream Nepal, New Life Nepal, Petit Món, Camina Nepal, UDANA, Nepal Sonríe, Hugging Nepal y Panepal, por dejarnos conocer vuestros proyectos y poder aportar en ellos risas, magia e ilusión.

Solo decir DHAN’YAVADA (GRACIAS).

















Esta expedición se realiza gracias a los donantes de Payasos Sin Fronteras.



*****************

Gracias por leer nuestras aventuras en Nepal.

Ayúdanos a seguir compartiendo sonrisas en éste y otros muchos países.

DONA


Atentamente,

Oscar Sánchez y Lorenzo Mondrón





¡AYUDA SONRISAS al 28099!

¡AYUDA SONRISAS al 28099!
¡Y nos donarás 1'20 EUR! Sólo válido con Movistar, Orange y Vodafone.

Contribuyentes