Viernes y sábado hicimos intervenciones que funcionaron tan bien como el primer día. Arrancando carcajadas y aplausos a raudales del respetable público. Domingo descansamos.
Hoy lunes es festivo nacional y eso se nota en las calles del campo. Hacemos un hermoso pasacalles previo a la actuación por un mercado repleto de gente y varias calles del campo antes de llegar al lugar de actuación reclutando público en su mayoria infantil.
Donald va haciendo pequeños corros improvisados durante el pasacalles haciendo uso de sus habilidades mágicas, niños y mayores se asombran desmesuradamente con sus trucos. Charo y Romero desfilan utilizando sus recursos circenses. Malabares acrobacias y payasadas terminan de completar el pasacalles, dándole color y alegría.
Cuando llegamos al escenario de tierra situado a la sombra de un gigantesco árbol, éramos más de 300 personas dispuestas a divertirse.
Comienza el show. Grandes y pequeños ríen con fervor y aplauden enérgicamente cada pequeña demostración de habilidad, cada sketch. El espectáculo funciona a la perfección.
Al terminar vemos a muchos niños tratando de imitarnos. Otros vienen corriendo hasta la furgoneta para despedirnos. Quieren tocarnos y quieren que les toquemos. Se agolpan en torno al vehículo. No quieren que nos vayamos, pero inevitablemente la actuación termina y debemos seguir nuestro camino hasta el próximo show.
La sonrisa de los más pequeños quedará inscrustada en nuestra retina y en nuestra memoria. Del mismo modo que en su cerebro quedará inscrustado un recuerdo mágico y positivo.
Romero (Circobaya)
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Estamos debajo de un árbol en un patio del colegio con alumnado de origen variado. Zut, como he liado este número... ¡Me cachis! He olvidado de sacar una cosa del furgo... ¡Qué bien me ha salido el truco de las bolitas! Lo que hacemos nosotros es anécdotico para nosotros. Lo que ven ellos no lo podemos ni imaginar.
Y no obstante, entienden el juego, son cómplices de nuestras ironías, cuando una payasa se burla de su compañero, las mujeres la acompañan, cuando el mago amaga su trampa, le siguen y le llaman la atención.
Se asombran con todo, por supuesto, pero con inteligencia, y sin cinismos, se apuntan al juego encantados. No saben qué sienten cuando nos acompañan al final mientras se quedan cerca para seguir experimentando estas sensaciones, este gozo efímero.
'Nuestro ' cooperante acompañante y conductor me dijo que el recuerdo de lo que hemos hecho hoy perdurará, tanto por lo que han disfrutado, como por el simple hecho que alguien nos ha traído hasta allí, PARA ELLOS. Alguien se ha preocupado no solo de su techo, su comida, sus piojos, si no, también, de su felicidad. Y eso, no lo olvidarán.
Donald B. Lehn
¡Hemos realizado 4 pasacalles y 11 funciones para 3.419 personas!
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