Nos encontramos en Quibdó, la capital del Chocó, departamento del pacífico colombiano, un territorio donde la vida brota en cada rincón a orillas del imponente río Atrato. Sus habitantes son principalmente afrodescendientes e indígenas, poblaciones que históricamente han sido segregadas, estigmatizadas, violentadas y condenadas al olvido estatal.
La gente de este territorio es muy alegre y amable, teniendo en cuenta, la desigualdad, el terror y la violencia a la que se enfrentan día a día. Esta ciudad nos ha cautivado con su magia, pero también nos ha sacudido el corazón y las entrañas, un bello paseo por el malecón puede terminar en el levantamiento de un cadáver que llega flotando por el río y en el llanto de una familia que buscaba a su ser amado, ¿cómo sentir indiferencia ante el dolor?
Después de 20 funciones y más de 6.500 sonrisas, después de recorrer las calles de esta ciudad y escuchar la voz de grandes y pequeños que con emoción dicen “¡los Payasos Sin Fronteras!”, después de ver la lucha de los líderes y lideresas por la niñez, los jóvenes y las víctimas de este absurdo conflicto, después de bailar y abrazar la gente bella que habita este espacio de realismo mágico, solo después de todo esto podemos ver y entender la premisa ancestral de vida por la que tanto luchan estas personas, EL BUEN VIVIR o VIVIR SABROSO, un pensamiento y una práctica que busca dignificar sus vidas, coexistiendo con el territorio y con sus habitantes de una manera más armoniosa, más equitativa, más justa y sobre todo sin miedo.
Nuestra expedición termina antes de lo esperado, al finalizar nuestra función número diecinueve, nuestro querido acompañante de ACNUR nos informa que se ha decretado un paro armado, por parte del Clan del Golfo un grupo armado perteneciente al paramilitarismo, en el Chocó y en otras tres regiones de Colombia; en un panfleto que llegó hasta nosotros se lee:
“No nos hacemos responsables de aquellos que no acaten las órdenes que se les están dando, queda prohibido: (...) 4. Todas las actividades sociales, económicas, educativas y culturales quedan suspendidas, entre el 5 y el 10 de mayo a las 12 de la noche.”
Ahora sólo nos queda esperar nuestro regreso a casa, con el sinsabor de todas las sonrisas que no provocaremos, pero con un profundo agradecimiento a la gran labor de Payasos Sin Fronteras porque como dijo Paulo Freire “Nadie se salva solo, nadie salva a nadie, todos nos salvamos en comunidad.”
Julia Rosero
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