jueves, 18 de abril de 2024

¡Risas del Atrato!

Cuando aterrizas en Quibdó hay sobre todo dos cosas que te asaltan con fuerza, un sofocante calor húmedo y la incesante banda sonora de las miles de motos que circulan bajo un caos indescifrable. 

Quibdó es la capital del Departamento del Chocó, considerada una de las zonas con más biodiversidad del planeta y escenario en el que tienen lugar la mayoría de los problemas humanitarios que enfrenta Colombia. 

Quibdó es hospitalidad, baile, música, patacones, chontaduro, sancocho, jugo de guayaba agría…selva regada por el Río Atrato, río de oro, pescado y barcas repletas de plátanos hasta hacerlas casi hundir. 

Quibdó rebosa de una vida y energía únicas que contagia y te abraza desde el primer instante que pisas sus calles quebradas. 

El 5 de marzo aterrizamos un equipo de tres payasas y un payaso, con nuestras maletas llenas de risas. En el aeropuerto nos esperaba don Luis, quien será nuestro chófer y anfitrión durante las casi tres semanas que estaremos en Quibdó. 

Hace poco más de un día que hemos llegado y aquí no hay tiempo de jet-lag. Al día siguiente de llegar tenemos nuestro primer espectáculo. 

Toda la primera semana estaremos en el Barrio Norte, recorriendo diferente sedes de la Institución Educativa Pedro Grau y Arola, comenzando por la Sede Futuro. Parece una ironía o un mal chiste. Lo último que se percibe al llegar a la escuela es una mínima esperanza de un futuro digno. 

Los niños y niñas nos reciben alegres, expectantes y algo tímidos. Poco a poco van saliendo de sus aulas de ventanas sin cristales y con sus sillas destartaladas van formando un semicírculo alrededor del que será nuestro improvisado escenario de tierra y piedras. 

La tarde anterior, tras un breve paseo, nos hemos juntado físicamente por primera vez todo el equipo para intentar darle forma al espectáculo que realizaremos los próximos días. Antonia, Lolo y yo nos conocemos hace tiempo pero nunca hemos trabajado juntos; a Paula, la integrante local del equipo, la acabamos de conocer hace unas horas en el aeropuerto de Bogotá. Tenemos la idea, tenemos el orden de los números… ahora solo queda salir a jugar y a hacer reír y disfrutar por unos instantes a los niños y niñas de Quibdó. 

La idea del espectáculo es simple, tres payasas vienen a hacer un espectáculo de circo y se ven interrumpidas por un músico malhumorado que viene a dar un concierto y quien finalmente terminará siendo parte de la troupe de payasas. 

Los primeros días son un test para ir probando y ajustando el ritmo del espectáculo y también ajustarnos entre nosotros. El juego de la “autoridad” y el “augusto” saltándose las órdenes desata las risas desde el primer día. Persecuciones entre el público, hacer caer al músico cuando solicita una silla, interrumpir el concierto con un baile ridículo al ritmo de una canción popular entres los jóvenes quibdoseños… ¡pero aquí hemos venido a hacer circo!. Los momentos participativos también funcionan muy bien. Paula realiza un número de “levitación humana” en el que invita a tres adolescentes a realizar este desafío, en el que se demuestra que con el poder de la unión y la fuerza colectiva se puede hacer magia. El resto de los compañeros observan atentos y expectantes y aplauden enérgicamente la hazaña. El otro número participativo (uno de los momentos que más risas desata) es un juego teatral de una historia de amor, que Lolo realiza con dos profesores en el que intercambian los roles de género habitualmente asignados en toda historia de amor y en el que la heroína busca a su príncipe ataviado con un tutú y una peluca pelirroja y le pide matrimonio, causando una explosión de risas entre los alumnos que disfrutan de ver el desparpajo de sus profesores. ¡Risas del Atrato! 

En general, la acogida en la mayoría de las escuelas que visitamos está bien coordinada por el profesorado (en su mayoría mujeres), algo fundamental ya que cada espacio es una sorpresa para nosotras. Desde el primer minuto que pisamos una nueva escuela se puede sentir (y mucho), la implicación por parte de las profesoras y personal de la institución. 

Las tardes las pasamos en el malecón que nos regala un atardecer lleno de contraste y color. El tráfico de barcas que van y vienen desde Bahía (Barrio que se encuentra cruzando el rio) se va transformando en una especie de teatro de sombras chinas, en el que pájaros, lanchas y niños y niñas jugando y bailando al otro lado del río cuentan sus historias cotidianas antes de fundirse con la noche. 

El sábado 16 tenemos programada una función al otro lado del río. En el embarcadero del malecón nos esperan Don Checho con su barca y Diego, responsable del Grupo de lectura Río de Palabras. Cargamos todas nuestras cosas en la larga lancha, nos ponemos nuestras narices de payasos y nos disponemos a cruzar las aguas del Atrato. Cuando nos vamos aproximando a la orilla empezamos a escuchar a los niños y niñas que nos esperan con un cartel al grito de ¡Bienvenidos Payasos sin Fronteras!. Es un momento muy emocionante. Barrio Bahía es un asentamiento informal en el que rápidamente se percibe la marginalidad en la que se encuentra sumida sus gentes. 

Hay otras dos funciones previstas en las afueras de Quibdó: Lloró y Yuto. A Lloró no pudimos ir finalmente debido a unos enfrentamientos sucedidos la semana previa a nuestra visita. En el segundo municipio, Yuto, compartimos otro de los momentos especiales de esta gira. Como cada mañana don Luis pasa a buscarnos temprano y después del recorrido habitual por las calles inundadas de motos, salimos de Quibdó acompañados por ACNUR. Rápidamente cambia el paisaje y todo se transforma en una frondosa y selvática vegetación y en poco más de veinte minutos ya estamos en Yuto. Es la primera vez que el proyecto de Payasos sin Fronteras sale de Quibdó. La primera función es en la Institución Antonio Abad, es el penúltimo día de esta experiencia y la función hace días que va casi sola. Para la segunda función nos trasladamos a Doña Josefa, un pequeño corregimiento del municipio de Atrato. Esta es sin duda una de las funciones más especiales. Esta vez salimos de la escuela y nos ubicamos en una cancha cubierta ubicada en medio del pueblo. El espectáculo comienza y al público escolar se le van uniendo vecinos, trabajadores y curiosos que pasan por la zona. De regreso al hotel, todos coincidimos en la importancia e impacto de ampliar las acciones del proyecto de Payasos sin Fronteras en Quibdó fuera de los límites de las instituciones educativas. 

Creo que puedo hablar por todo el equipo al decir que esta ha sido una experiencia irrepetible y llena de amor. Tanto del recibido por todos los niños y niñas que nos han regalado sus risas, abrazos, bailes y alegría desbordante en medio de tanta miseria, falta de oportunidades y violencia, como del amor respirado entre nosotros. Casi tres semanas de intensa convivencia en el que hemos compartido sin hartazgo cada uno de sus días. Desde el café con arepas en lo de Paulita a las 6:30 de la mañana hasta el último minuto del atardecer en el malecón. Quibdó nos ha hecho parte y partícipes de su paisaje, cotidianidad, sabores y colores con una hospitalidad asombrosa. 

6200 niños y niñas han reído, se han sorprendido y emocionado en las 22 actuaciones que hemos realizado durante los 18 días que hemos vivido Quibdó. 

Gracias a todas las personas que hacen posible este proyecto, en especial a Lena y Tati por toda la gestión, producción y cuidados desde la distancia. A don Luis que ha sido el mejor chófer, anfitrión y amigo. Y por supuesto, al maravilloso equipo humano de risas, lágrimas y charlas profundas e idiotas. Antonia, Paulita y Lolo… ¡qué viva el amor! ¡Ja, ja, ja! 

¡Quibdó, gracias por tanto! 

Irene





Esta gira ha sido posible gracias al financiamiento de la Fundación Nous Cims y es parte del Proyecto "Hacer reír, crear futuro" en colaboración con la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona de la Facultad de Psicología de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB)

Participaron en esta gira los artistas voluntarios: Antonia González Solano, Manuel Jesús "Lolo" Fernández Rodríguez, Paula Andrea Salamanca Mora e Irene de Paz Lázaro.

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