(en castellano más a bajo)
Ens quedem en aquests centres d'acollida un temps perquè volem tornar a Ucraïna, al nostre poble o casa (si és que encara existeix)?
Ens integrem quan abans a la societat polonesa? Aprendre idioma, portar la mainada a l'escola, buscar feina...
Esperem l'oportunitat per anar a altres països europeus o americans?
El cert és que la població polonesa els ha acollit amb els braços oberts. És evident que tots voldrien tornar a Ucraïna i que la guerra s'acabés aviat. Però molts pensen que va per llarg.
Enmig de tota aquesta incertesa i aquest anar passant els dies, arriben les pallasses. Hem fet actuacions on de seguida s'apropaven, participaven i reien. En d'altres han estat més tristos i abstrets en la seva realitat, però mica en mica anaven entrant i participant de l'espectacle, mentre canviaven les cares tristes per rialles.
Les mares, emocionades, ens han agraït moltíssim la nostra feina i ens han reconegut com de necessaris són uns moments d'alegria, tant per la mainada com per elles. Una altra ens abraçava dient que els seus fills no reien des de que van fugir de Kíev. Hem rebut moltes abraçades. Ens demanaven fotos per recordar aquests moments i repetien els jocs de l'espectacle.
Es fa molt difícil marxar.
Per això m'agrada tant la meva feina. Perquè té el poder de canviar tristesa per alegria.
Gràcies, Pallassos Sense Fronteres.
Anna Confetti
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Volvemos a casa después de recibir las sonrisas de un público mayoritariamente formado por niños y niñas, madres y ancianos. La mayoría de hombres se han quedado en la guerra.
Hemos actuado en escuelas con niños polacos y de Ucrania, en hospitales pediátricos y oncológicos y en un centro de día con adultos con diversidad funcional, tanto polacos como ucranianos. También en muchos puntos de acogida de refugiados en forma de hoteles, centros culturales, pabellones feriales...algunos más pequeños y confortables y otros con cientos de refugiados donde resulta difícil tener algo de intimidad.
Y surge el dilema para muchas madres, pensando sobre todo en sus niños:
¿Nos quedamos en estos centros de acogida un tiempo porque queremos volver a Ucrania, a nuestro pueblo o casa (si es que todavía existe)?
¿Nos integramos cuanto antes en la sociedad polaca? Aprender idioma, llevar a los niños a la escuela, buscar trabajo...
¿Esperamos la oportunidad para ir a otros países europeos o americanos?
Lo cierto es que la población polaca les ha acogido con los brazos abiertos. Es evidente que todos quisieran volver a Ucrania y que la guerra acabara pronto. Pero muchos piensan que va para largo.
En medio de toda esa incertidumbre y éste ir pasando los días, llegan las payasas. Hemos hecho actuaciones donde enseguida se acercaban, participaban y reían. En otras han estado más tristes y ensimismados en su realidad, pero poco a poco iban entrando y participando del espectáculo, mientras cambiaban las caras tristes por risas.
Las madres, emocionadas, nos han agradecido muchísimo nuestro trabajo y nos han reconocido lo necesarios que son unos momentos de alegría, tanto para los niños como para ellos. Otra nos abrazaba diciendo que sus hijos no se reían desde que huyeron de Kiev. Hemos recibido muchos abrazos. Nos pedían fotos para recordar esos momentos y repetían los juegos del espectáculo.
Se hace muy difícil regresar.
Por eso me gusta tanto mi trabajo. Porque tiene el poder de cambiar tristeza por alegría.
En estos momentos de luchas de poder, estas actuaciones payas@s tienen el mayor de los poderes: cambiar tristeza por sonrisas.
Gracias, Payasos Sin Fronteras.
Anna Confetti
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