Regresamos después de 17 bolos, 4 talleres y más de 4.200 personas de público. Volvemos con la mirada más clara, y no del sol que abrumaba en los campos de refugiados (50 grados en verano… y aún es primavera), sino con la mirada más clara después de ver cómo sigue la vida, como nacen las sonrisas y ver el verde Kurdistán salir entre las piedras del suelo de los nuevos pueblos de tiendas de campaña.
El penúltimo día, después de dos maravillosos shows bajo techo, sentimos como hemos aprendido a canalizar la energía, la nuestra y la del público. Subirla con nuestras salidas bailarinas o a bajarla cuando un montón de gente se exalta con seis mazas voladoras. Hemos aprendido a escucharnos y sacrificar partes del show como coreografías, títeres voladores o acrobacias, si el sol arreciaba muy fuerte o si las oleadas de gente empujaban a los más pequeños.
Dar su espacio a los niños y niñas es la clave no de un show mejor, sino de un mundo más feliz, con más sonrisas. Desde el primer día con profesores con varas, al tercer show del último día, tanto nosotros como los equipos de ONG que nos apoyaban, hemos aprendido a establecer ese espacio para los más pequeños, como el más importante.
Una de esas ONG, llamada CDO, tenía un trato especial para los niños, tratándolos con cariño, cuidándolos. Fue con ellos, en el tercer show del día, pre-avisados de nuevo de la energía arrolladora de los niños y niñas refugiados Iraqíes, que se transformó en uno de los bolos que con más cariño recordamos al acabar. En el “mejor” campo de refugiados en instalaciones, donde llevaban cinco años, actuamos para ellos en una especie de pajar gigante, con una pequeña isla de cemento rodeada de piedras. Allí, pese a piedras, sol y la guerra en sus ojos, creamos un espacio mágico entre todos. Allí crece verde entre las duras piedras.
Hemos vivido cosas maravillosas, nos hemos emocionado con duras visiones e historias. Nos hemos enternecido con abrazos espontáneos y viendo ganas de comunicar en kurdo, castellano, árabe y lengua de signos… y nos volvemos plenos. Gracias Kurdistán por acoger desplazados de guerras y por recibirnos con sonrisas.
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