El pasado 23 de junio, una singular expedición de payasas
portuguesas y payasos andaluces llegamos a Varsovia, Polonia, con el objetivo
de entretener y divertir a la población refugiada de Ucrania y otras
poblaciones vulnerables infantiles.
Singular porque hasta el momento, ninguno de nosotros nos
habíamos conocido en persona, ni trabajado juntos, pero poco importó este
detalle ya que nuestras ganas e ilusión por nuestro fin era mucho mayor, hacer
reír.
Esa mañana, Eva (Muska), Sara (Marioska), Lolo Fdez. (Lolo)
y Jose (el Jose) nos mostramos el trabajo que habíamos realizado con
anterioridad, a partir de ello, creamos una sinergia de juego que se transformaron
en un espectáculo moldeable y adaptable a diferentes edades, lugares y
energías.
Es increíble el poder de resiliencia que las niñas y niños
afectados por la guerra desarrollan. Nos encontramos con pabellones y salones
de exposiciones extensos habilitados para dar cobijo a centenares de familias,
vidas reducidas a pequeños cubículos de 5m2 donde entre
bolsas y maletas se resumían las historias de unas vidas “normales”. Orfanatos,
edificios sociales gubernamentales, teatros y lugares de tránsito, como la
estación de trenes de Przemysl, donde un ir y venir de refugiados y refugiadas
ucranianas eran recibidas por voluntarias proporcionándoles comida, bebida y
descanso.
Desde Payasos Sin Fronteras, actuamos en 16 espacios
diferentes, en 9 días, para unas 1200 personas, jugando, interactuando,
acompañando y apoyando a grandes y pequeñ@s, ancianos y ancianas, padres y madres…
Creando una transformación en sus expresiones faciales y, esperamos que, en sus
corazones. Cambiando miradas tristes por miradas llenas de entusiasmo,
aportando sonrisas y carcajadas y apartándoles de la carga de responsabilidad y
el dolor, durante un instante.
Podríamos describir un sinfín de momentos, pero lo más
destacado fue aquello que recibimos por aquellas personas. Esas muestras
sinceras de gratitud, esas miradas atentas a los payasos, esos abrazos que
duran una eternidad, esa complicidad generada entre niños/as y payasas/os y esas
risas, siempre esas risas.
Nos acordamos de diversas situaciones especiales, por
ejemplo, cuando actuamos en la estación de tren de Przemysl, desde donde los
trenes van hacia Ucrania. En esa estación, hay una sala donde reciben a las
madres y los/as niños/as que esperan temporalmente. Cuando llegamos la gente
estaba acostada, había algunos niños y poca gente durmiendo. Al principio
teníamos miedo de molestarlos, pero en cuanto empezamos a jugar empezaron a
aparecer l@s niñ@s, despertando a las madres. Una de ellas permaneció al fondo
de la sala durante toda la actuación. Su hija estaba en primera fila siguiendo
con entusiasmo y fervor el desarrollo de las situaciones. Cuando acabamos, la
niña seguía saltando, bailando e interactuando con tod@s l@s artistas. El
espectáculo fue hermoso y conmovedor. Finalmente, su madre se acercó para
agradecer la alegría que dejamos en el aire, la despedida fue larga y nos
fuimos con alegría, pero también con mucho cariño.
Otro momento estupendo tuvo lugar en el Centro de acogida de
refugiados en Varsovia con una gran cantidad de población gitana. Aquel lugar,
un gran parque de exposiciones, se había transformado en un pabellón con
pequeñas habitaciones, separadas por paredes de madera contrachapada, telas,
láminas y todo lo que pudiera servir para hacer posible cierta intimidad.
Iniciamos tocando nuestra música e hicimos un hermoso
pasacalle por ese pabellón. Después empezamos el espectáculo, llenos con la
energía bonita de la gente. De repente, vimos a un caballero iluminado en la
audiencia, emanaba una luz inusual, sus ojos brillaban, parecía que era por el
acordeón. Inmediatamente cuando aceleramos, la música de almizcle fue hacia él
y tocó para él. ¡Estaba cada vez más feliz y emocionado!
Al final del espectáculo quiso tocar. Se notaba que tenía un
gran amor por este instrumento. El acordeón se encendió de nuevo y sonó durante
un rato. ¡Los demás payasos y otros usuarios del centro se juntaron y hubo una
gran fiesta!
Nos sentimos muy felices de haber podido contribuir en la
transformación emocional y psicológica de aquellas personas y de nosotras
mismas.
Gracias a la fundación que
nos acogió, Joana nuestro enlace, Iuri guía y logista y a todo el personal de
apoyo en Polonia y Payasos Sin Fronteras Barcelona.
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