viernes, 4 de noviembre de 2016

"El poder de la visita", Kurdistán.




Volvemos a hacer una expedición, volvemos con Payasos Sin Fronteras, esta vez al Kurdistán, Irak. Volvemos a tener el privilegio de poder visitar y jugar en muchos campos de refugiados que se reproducen por toda la región producto del bochornoso espectáculo de la guerra, refugiados kurdos, iraquíes, sirios... Da igual, seres humanos como nosotros, padres, hijos, familias enteras, familias rotas arrebatadas de sus casas, expulsados de sus pequeñas propiedades, de su identidad, de su vida en definitiva... Nuestro objetivo es visitarlos, romper el tedio, calmar la incertidumbre, dar un impulso a través del juego, el poder de la visita y de la fiesta, a una hora, en un lugar, donde sea. Para unos pocos, para todo el mundo, que comience el espectáculo, ¡Que comience el milagro de la risa, el poder de la visita! 









Porque la visita de 4 payasos a un campo de refugiados es una humilde invitación a la esperanza y así somos recibidos en campos como los de Bardarash, Akre, Gawilan, cerca de la capital Erbil, al norte de Dohuk, a no tanta distancia de Mosul, la guerra cerca y lejos. Allí nos esperan, como el campo de Taq Taq donde alrededor de 200 niños nos reciben como estrellas del rock, están ansiosos. A parte de la risa y el entretenimiento, cuando les visitamos sienten que alguien los recuerda, los piensa... Existen. Hay cientos de historias en cada campo, en cada tienda. Historias trágicas, inimaginables, que producen repugnancia. Historias de guerra, de abusos, historias que nos hablan de la perdida brutal de la humanidad. ¿Has oído explotar una bomba cerca alguna vez? me pregunta un Kurdo amigo...crees que el corazon te va a explotar... 





Pero la visita no ha hecho más que empezar. Además todo esto para 4 payasos no es primordial, somos idiotas y listos, sabemos jugar y hacer reír, ese es nuestro trabajo. Y la maravilla se produce. Comienza la función. Los niños son más niños, los adultos respiran tímidos y sonríen cómplices.... Está bien lo que hacéis, nos aseguran, se activa el agradecimiento y las historias trágicas se desvanecen por unos minutos, sólo existen los payasos y su público, el tiempo se comprime y todo es presente y todo son ojos. Ojos encendidos, casi violentos de tanta alegría, ojos que parecen gritarle al mundo, a ese mundo disperso y asustado que tienen derecho a reírse, a burlarse, a celebrar, a que alguien los cuide y los oiga. Y los payasos juegan, con ganas, flexibles y abiertos... bailamos, bailamos juntos el desastre....y las tiendas, los contenedores, el calor, la basura, el caos, parecen no existir por momentos.



El milagro de la celebración se lleva a cabo, a una hora, en un lugar, donde sea... como en el campo de Debaga, donde hacemos reír a cientos de personas y el mundo es pequeño, milagrosamente entendible y termina y los aplausos son nuestra recompensa. Inevitablemente todo vuelve a su lugar poco a poco, o mejor dicho a su no lugar y las tiendas siguen ahí y algunos niños se van, como en manadas, jugando sin juguetes. Otros aprovechan hasta el último momento con nosotros, el poder de la visita se realizó con éxito y los payasos hicieron su trabajo y comienzan a marcharse evitando las nubes de la culpa, del que duda y se sabe un privilegiado, del que ve en primera persona que significa la guerra,  y el mensaje de los payasos se transmitió y el milagro de la risa se produjo, el poder de la visita hizo su efecto, la visita de 4 payasos, en son de paz con la vida y en pie de guerra con la guerra.


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