Había una vez un payaso
que vivía feliz, apacible y tranquilamente en su casa del campo
junto a su familia. De pronto sonó el teléfono. La voz del otro
lado del aparato era ronca y algo confundida. Pero el mensaje era
claro: había unos niños que estaban en un lugar muy lejano que no
podían reír. El payaso no lo dudó, se hizo la maleta y la llenó
de sus juguetes portadores de ilusión y de alegría. Pensó que
ningún niño en el mundo podía estar sin una sonrisa.
Cuando el avión se
separaba de la tierra le invadió un sentimiento de nostalgia. Lo que
más amaba en el mundo se había quedado en casa. No dejaba de pensar
en su niña que tenía nombre de calorcito y de su niño que tenia
nombre de hombre. Y tampoco dejó de pensar en su mujer que su nombre
se podía decir al derecho y al revés. Pero al poco tiempo la
nostalgia se convirtió en alegría porque se dio cuenta que un
cachito de ellos iba en la parte más importante de su cuerpo: el
corazón, donde reside el amor.
Miró por la ventana y
cuál fue su sorpresa cuando vio que el autobús no tenía ruedas, en
cambio llevaba dos alas gigantes mucho más grandes que las de
cualquier pájaro. Y es que todavía, casi dormido, no se había dado
cuenta que este era un viaje largo con un motivo muy especial. Miro
su maleta, que tenía en los pies, llena de sus juguetes de payaso, y
la acarició mientra pensaba que los aviones eran autobuses que
habían cambiado sus ruedas por alas para ir por el cielo. Justo en
ese momento el avión aterrizó.
Fue tan largo el viaje que el payaso estaba como loco por pisar el suelo. Así que, se colocó el primero en la fila para bajar del avión. El piloto le dio al botón para abrir la puerta y justo al abrirse recibió una bofetada de calor. El lugar de donde venía hacía bastante frío y en su casa la chimenea estaba siempre encendida. En cambio allí hacía un calor intenso y bastante pegajoso. Una de las azafatas le explicó que estaba en el ecuador de la tierra y que allí siempre hacía calor. Unas veces con lluvia y otras no. Había llegado en la temporada seca, así que no llovía. Pero no sólo le sorprendió el calor, también el color y ojos de todas las cosas que tenía a su alrededor. Los animales, las frutas, y hasta las plantas parecían más vivas, algo especial.
Con su maleta en la mano se puso a caminar y sin querer su maleta chocó con la maleta de otro señor. Las dos maletas cayeron al suelo y se abrieron. Fue una sorpresa cuando vio que la otra maleta estaba llena de juguetes de payaso. Primero se disculparon y luego los dos dijeron a la vez: “¡Tú también eres payaso!” El otro payaso le explicó que le habían llamado para decirle te había unos niños que no se podían reír. Y pensó: “Justo lo mismo que a mí”.
El otro payaso iba con otro amigo también payaso y mago. Se presentaron. A uno le llamaban"el Negro" aunque era blanco como la leche, y al otro le llamaban Pau, que significa Paz en en un idioma que el conocía, el catalán. Le parecieron muy divertidos sus dos nuevos amigos. Y así decidieron los tres ir a repartir sonrisas juntos. Ahora sólo tenían que buscar un sitio para dormir, porque al día siguiente, juntos, irían a hacer lo que mejor sabían hacer, hacer reír.
El sitio que
encontraron para dormir era bastante cómodo. Tenía su ducha, su
cocina una habitación con 3 camas y un pequeño cuarto donde
pudieron practicar el espectáculo que iban a hacer para que los
nenes no pararan de reír . Un señor que se enteró a lo que habían
venido y se ofreció como conductor. Tenía un coche grande y la piel
oscura, muy oscura. Nos contó que se llamaba Yimail. Le gustó
mucho la idea que habíamos tenido y nos dijo que sabía de dos
escuelitas donde podíamos hacer los espectáculos. Así que los
3payasos quedaron con él al día siguiente. Por la noche,
practicaron mucho y cuando pensaron que ya tenían todo arreglado,
mezclaron todos los juguetes en una sola maleta. prepararon sus
trajes, sus maquillajes, y sus narices de payaso y se fueron a
descansar.
Al día siguiente, Yimail
les estaba esperando. Antes habían desayunado un poco de café y un
cachito de pan con aguacate. “Mmmmm, ¡qué rico!” pensó el
payaso. Era igual que el desayuno que tomaba en casa, sólo faltaba
un tomate untado en el pan. Pero, para ser sinceros no le importó,
estaba un poco nervioso como cuando te pones nervioso por esas cosas
que te gustan mucho y dentro de poco van a pasar.
El destino de aquel día,
nos contó el conductor, que eran dos escuelitas que estaban cerca de
la ciudad. A la primera llegaron y los niños estaban esperando con
ansia. Les gusto mucho la magia y cuando acabó el espectáculo tanto
los niños como los profesores les felicitaron. Su satisfacción era
máxima y sus camisetas de payasos estaban mojadas de tanto sudor.
Otra vez el hambre llamó a su estómago así que fueron a comer a un
bar que había en la carretera donde les ofrecieron una ropa de cabra
y un poco de arroz. Aunque no era u comida favorita comieron de buena
gana y no se dejaron nada de nada en el plato.
Y con el estómago lleno
fueron a otra escuelita donde ya estaban todos los niños esperando.
La segunda vez el espectáculo salió mejor, quitaron los fallos que
habían tenido en el primer espectáculo y los niños, que los habían
puesto a la sombra porque hacía mucho calor, disfrutaron de lo
lindo. Les gustó mucho como subía el diábolo y tocaba casi el
cielo. Estaban tan cansados como contentos, así que le dijeron a
Yimail que, por favor, les llevara a casa. Cenaron un poquito y
hablaron de lo importante que era que todo el mundo pudiera guardar
un rato de sus días para jugar y divertirse. Pero al payaso ya se le
cerraban los ojos, y con la compañía de los otros dos payasos y
pensando en sus niños y en su amor, el sueño le venció otra vez!
Los tres payasos se
levantaron con la intención de hacer llegar sus sonrisas a dos
escuelitas que estaban llenas de niños pero una noticia de primera
hora de la mañana que traía su amigo Yimail les confirmó que por
motivos que desconocían habían cerrado ese día. Y es que en África
las cosas pasan así, de repente. Con este cambio de planes, tuvieron
tiempo de ir al mercado de frutas a comprar tomates para el desayuno.
Fue espectacular: mango, piña, plátano, pan con tomate y aguacate.
No habían acabado de desayunar cuando un amigo de Yimail le dijo que
podían ir a un pueblo, ni muy lejos ni muy cerca de allí, en el que
podían llevar sus sonrisas. Así que revisaron sus maletas y las
cargaron en el coche de su amigo.
El viaje fue precioso,
cruzaron la ciudad entera y también cruzaron el río más grande que
jamás habían visto. Llegó un punto en el camino en que la
carretera se transformó en un camino de tierra con muchos baches y
casas de chapa a los lados. El payaso pensó que la gente era muy
pobre pero con muchas ganas de reírse. Allí había esperando por lo
menos 500 niños y la función fue muy divertida. Las mazas volaban y
los juegos de magia hicieron que los nenes de piel oscura nos
enseñaran sus dientes blancos como la leche. Acabaron otra vez
contentos pero realmente cansados, el espectáculo era cada vez más
divertido.
De camino a casa se
pararon en un cruce de caminos donde compartieron unos zumos que
pican y unos sándwiches de algo que nunca habían comido, pero que
no preguntaron que eran ya que estaban muy ricos. En el camino de
vuelta no le aguantaron las fuerzas y pensando en la suerte que tenía
él y su familia, entre bache y bache, se quedó dormido.
El viaje de regreso a casa fue un poco largo y cuando llegaron los tres payasos metieron sus ropas en las lavadoras para que el día siguiente estuvieran bien limpias. El resto de la tarde la dedicaron a unos juegos de mesa, el negro y Pau, y a la lectura, el otro payaso. Una tortilla de patata les sirvió de cena y se fueron a dormir. Al día siguiente les esperaba un día duro y necesitaban descansar bien.
Por la mañana al payaso
una ducha le sirvió para acabar de despertarse del todo. El sueño
había sido profundo y quiso recordarlo pero no pudo. El payaso sabía
que hoy iban a un lugar donde vivía gente muy pobre y por eso tenían
muchas ganas de hacer bien los espectáculos. El camino que les llevó
a la comunidad donde iban era muy curioso. Había un mercado gigante
a lo largo de la carretera y cuando giraron con el coche hacia el
barrio que iban, todos los puestos que había al lado de la calle
eran de pescados. Por el lado izquierdo y detrás de las casas estaba
el mar y las casas estaban habitadas por pescadores de otro país que
se llamaba Ghana. Y por el lado derecho un sinfin de callejuelas y
casas. El coche se detuvo y se adentraron por las callejuelas donde
la gente les miraba con extrañeza. Era como un laberinto. Y los
propios lugareños les ayudaron a llevar las maletas hasta un pequeño
patio en el que había un colegio.
Los niños se aglopaban
para ver que pasaba. Los profesores invitaron de buena gana a los
peques a que vieran el espectáculo desde los balcones del propio
colegio, mientras que en el patio estaba abarrotado de niños y
vecinos que miraban con una sonrisa en sus bocas como se desarrollaba
el espectáculo. Las caras de alegría eran inmensas y al final de la
función todos querían tocar y hablar con los payasos. De nuevo, y
de camino al coche, pudieron sentir la hospitalidad de esa gente tan
pobre y agradecida a la vez.
Esta vez, a pocos metros, les esperaba otro colegio lleno de niños esta vez más mayores, de siete a quince años. El colegio estaba cerrado lo que no impidió que los vecinos, sobre todo los más pequeños, se subieran a la valla para ver lo que allí estaba pasando. Otra vez la música en directo de la flauta, la percusión y la guitarra pequeñita que llevaban los payasos cautivó a todos los que pudieron disfrutaron del espectáculo. Pero lo que más les gustaba sin duda eran las bromas. Se reían a rabiar. Las carcajadas se podían escuchar, pensó el payaso, desde muy lejos. y en especial una que era cuando después de peinarse dos de los payasos iban a peinar al Payaso que se llamaba el negro que no tenía casi pelo en la cabeza. Ahí se partían de risa. Otra vez se fueron por done habían venido, pero antes el payaso se paró a dar la mano a todos los niños que se habían subido a la valla a ver el espectáculo. Y es que en ese lugar no todos los niños podían ir a la escuelita. Eso, a nuestro payaso, le puso un poco triste. Pero había que ser fuerte, ya que al día siguiente sabía que habría otros nenes esperando a pasar un buen rato.
Cómo cada mañana se
levantó de la cama y se fue directamente a la ducha, en la que tenía
que estar con la boca cerrada, así se lo habían recomendado, porque
el agua podía estar estar en malas condiciones y tener pequeños
bichitos de esos que no se ven. Para desayunar tomaron mate, que es
una infusión como el té, que era muy popular en el país del Negro,
Argentina. No habían acabado de desayunar, cuando ya les esperaban
con el coche Yimail y su amiga Hawa, que realmente conocía bien el
barrio donde iban hoy, un lugar llamado New Kru Town donde vivía
gente muy muy pobre a la que la vida no le había regalado eso que
llaman suerte.
Nada más llegar lo
pudimos comprobar en sus miradas, que en los niños más mayores y en
su mayoría eran de desconfianza. A Yimail una señora le lanzó
varios improperios por aparcar el coche en la puerta de su casa. Les
dejaron una iglesia para cambiarse de ropas pero antes querían
decidir en que lugar iban a llevar a cabo el espectáculo. Rodeado de
casas en una especie de cruce de caminos y sobre tierras campanban a
sus anchas gallinas con sus pollitos detrás y perros callejeros .
Decidieron actuar en el cruce para que los niños, adolescentes y
demás gente del barrio pudieran estar bajo la sombra de un árbol
que tenía unas flores rojas y que nunca supieron de que árbol se
trataba . Nunca antes habían visto un árbol igual. El espectáculo
como se preveía fue de los más duros que habían realizado aunque
al final las rutinas de bromas, las mazas en el aire y sobre todo el
diábolo volando sobre sus cabezas hicieron que, aunque sólo fuera
por un ratito, se olvidaran de sus problemas. De nuevo se cambiaron
en la iglesia que estaba destartalada y antes de que acabaran ya
estaba llena de niños con los no dudaron en tirarse unas fotos.
El coche de nuestro amigo llevó a los tres payasos a comer a un bar de carreteras donde había unos niños arreglando un coche, niños de los que no iban a la escuelita porque tenían que trabajar. Allí se paró nuestro payaso a compartir un rato con ellos y a ver como nenes tan pequeños entendían de algo que él no tenía ni idea, la mecánica de un coche. Luego comieron un guiso de vaca con arroz que estaba riquísimo y con esas fuerzas fueron a hacer el último espectáculo antes de su día de descanso, el domingo, que les habían dicho que todos los comercios cerraban.
Otra vez, un cruce de
caminos pero más principal fue el escenario improvisado en el que
iban a hacer que la gente de New Kru Town tuviera un rato para el
desahogo. En cuanto llegaron casi no había nadie esperándolos, sólo
una decena de niños y niñas esperaban con ansiedad y expectación
lo que allí iba a ocurrir. Salieron con su percusión, su bangio
pequeñito y su gralla, que es una flauta que suena una barbaridad, y
la gente empezó a llegar al lugar. Como les parecía poca gente,
salieron a en medio de la calle a parar a todo hijo de vecino a que
disfrutaran del espectáculo. El Negro hasta se subió en una moto
que pasaba por allí, acción te nos divirtió mucho a todos, incluso
a les otros dos payasos. Una vez llegamos al lugar del espectáculo
casi no se podía ni entrar de la gente que se agolpaba. Todo salió
sobre ruedas, como las que llevaba la moto. Redondo. Así que esta
vez con un poco más deprisa nos montamos en el coche, para no coger
el atasco, que nos llevaba al centro de la ciudad. Yimail iba muy
rápido y pitando todo el rato al resto de los coches, cosa que no
nos gustó mucho. El payaso pensó que no tenía su mejor día, por
eso no dijo nada. Mañana era día de descanso y les esperaba una
cena en un lugar sobre el mar y una charla de lo cada uno pensaba
acerca de su labor y de las vidas de los niños con los se habían
compartido esos días. Pero esa es otra historia.
Gracias a los tres payasos !!!
ResponderEliminarEnhorabuena por la misión cumplida!!!
Admirable el ejemplo que nos dan con su esfuerzo estos tres maravillosos payasos humanos para conseguir lo que es importante en la vida...la sonrisa de un niño...en nombre de todos ellos...gracias amigos...Feliz Vida para los tres...
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