En Burkina Faso hay una enfermedad de la gente no quiere hablar, que afecta al 1% de la población: el sida. La mayoría de los infectados son mujeres, las más vulnerables por su dependencia a la voluntad del hombre. Ellas pueden transmitir la enfermedad a sus hijos y, como son las cuidadoras, si mueren dejan huérfanos en situación muy delicada.
Las mujeres enfermas de sida a veces no pueden trabajar ni alimentar a su familia. Los niños necesitan estar fuertes para hacer frente al tratamiento con antirretrovirales, porque son víctimas fáciles de virus y bacterias oportunistas. Existía un programa internacional muy eficiente de refuerzo alimentario para mujeres y niños con sida en situación de pobreza. Tras la revolución, los países occidentales han recortado ayudas y como consecuencia, el programa de refuerzo alimentario para enfermos de VIH se ha limitado, por lo que cada vez más niños con sida enferman de desnutrición.
Uno de esos niños es Abubacar. Su ficha de ingreso en el CREN (centro de recuperacion nutricional) del hospital general de Bobo Dioulasso dice:
Nombre: Abubacar.
Sexo: Varón.
Edad: 9 meses.
Peso: 5,100 kgs.
Peso ideal: 9,800 kgs
Diagnóstico: Desnutrición severa.
La madre de Abubacar fue violada y se infectó. Al quedarse embarazada su familia la repudió y por eso cuida sola del niño. A causa de la enfermedad no tiene fuerzas para trabajar, así que su situación económica es muy precaria. Las enfermeras la saludan con familiaridad, “Ha venido ya varias veces” nos explican. El corazón se nos hiela... con sólo 9 meses, Abubacar es usuario frecuente del hospital.
Pobreza, sida y desnutrición son una carga insoportable para un niño tan pequeño y una mujer tan joven que carecen de apoyo familiar. Y ahora, con el recorte de la financiación internacional que sufragaba el programa de refuerzo nutricional humanitario, Abubacar estará permanentemente en la cuerda floja y, si tiene suerte de llegar a adulto, seguramente va a sufrir problemas cognitivos y motores a causa de la desnutrición crónica.
Sus ojos grandes y tristes parecen preguntarnos por qué ha tenido que pasarle a él.
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