jueves, 22 de enero de 2015

Desde Colombia, con mucho amor!



Nuestro viaje en Colombia empieza en Quibdó, (Chocó) ,la región mas pobre del país. El primer día por la mañana actuamos para las comunidades indígenas y por la tarde para la afro.

Con la furgoneta de ACNUR es un subir y bajar fuera de la ciudad en caminos de tierra en mal estado, hasta llegar a un poblado indígena donde parece que el tiempo se haya parado: Chabolas de madera, niñas y niños desnudos que corren para todos lados, y Carupia, nuestro referente para la comunidad, nos dice que nunca han visto un espectáculo y que los pequeños no saben que es un payaso. Nuestro camerino es una casa donde una mamá nos acoge dándole el pecho a su hijo. Nos preparamos, listos y empezamos.

Los indígenas de Colombia escapan de sus tierras a causa de la guerra y a veces encuentran su nuevo hogar en los campos de alrededor de la ciudad; o a veces intentan integrarse en la ciudad, cosa que le resulta muy difícil porque es gente acostumbrada a vivir en la selva.

Al principio nos miraron como si fuéramos gente de otro planeta. El acordeón toca las primeras notas, los payasos ya están en la pista, una cabaña salvaje y descubierta llena de agujeros. Después de pocos minutos empiezan las risas de grandes y pequeños. Ríen, juegan con nosotros,
improvisan y nos aplauden. Todo esto con mucha timidez y educación . Es gente reservada acostumbrada a vivir en la selva y que ha sufrido en el curso de los años muchas discriminaciones. El gobernador de la comunidad nos dice: “Vuestro espectáculo ha sido como un refresco para nosotros, una brisa del mar que nos ha dado mucho aire. Gracias”.

Por la tarde actuamos para la comunidad afro. Aquí todo es diferente: niños y niñas desde el principio nos abrazan y nos besan. Parece que nos conocen desde hace años. Actuamos y todo sale muy fácil. Estamos dentro de una guardería y es la primera vez que tenemos muchos lujos: un biombo para recrear un teatro y hasta un ventilador. Nos reciben y nos despiden cantando todos animados por su maestro, y ya dentro de la furgoneta rodeados de niños que nos acompañan felices, una niña dice: “¿Por qué no os quedáis aquí?...”

A diferencia de la población indígena que se desplaza a la primera amenaza, la población afro aguanta muchas más amenazas causadas por el conflicto. Trabajan en el campo y muchos tienen cultivos que no pueden abandonar al primer tiro. Unos no tienen casi nada. Otros, no tienen nada.

Nos dice el maestro bailongo que animaba a cantar a los niños: “Muchas gracias. Nos habéis regalado kilómetros de felicidad”.


Solo llevamos acá 4 días y 8 actuaciones. Quedan muchas más. Y muchas cosas bellas y terribles que os irán contando “Los hermanitos Chévere”.






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