Nuestro viaje en Colombia
empieza en Quibdó, (Chocó) ,la región mas pobre del país. El
primer día por la mañana actuamos para las comunidades indígenas
y por la tarde para la afro.
Con la furgoneta de ACNUR
es un subir y bajar fuera de la ciudad en caminos de tierra en mal
estado, hasta llegar a un poblado indígena donde parece que el
tiempo se haya parado: Chabolas de madera, niñas y niños desnudos
que corren para todos lados, y Carupia, nuestro referente para la
comunidad, nos dice que nunca han visto un espectáculo y que los
pequeños no saben que es un payaso. Nuestro camerino es una casa
donde una mamá nos acoge dándole el pecho a su hijo. Nos
preparamos, listos y empezamos.
Los indígenas de Colombia
escapan de sus tierras a causa de la guerra y a veces encuentran su
nuevo hogar en los campos de alrededor de la ciudad; o a veces
intentan integrarse en la ciudad, cosa que le resulta muy difícil
porque es gente acostumbrada a vivir en la selva.
Al principio nos miraron
como si fuéramos gente de otro planeta. El acordeón toca las
primeras notas, los payasos ya están en la pista, una cabaña
salvaje y descubierta llena de agujeros. Después de pocos minutos
empiezan las risas de grandes y pequeños. Ríen, juegan con
nosotros,
improvisan y nos aplauden.
Todo esto con mucha timidez y educación . Es gente reservada
acostumbrada a vivir en la selva y que ha sufrido en el curso de los
años muchas discriminaciones. El gobernador de la comunidad nos
dice: “Vuestro espectáculo ha sido como un refresco para nosotros,
una brisa del mar que nos ha dado mucho aire. Gracias”.
Por la tarde actuamos para
la comunidad afro. Aquí todo es diferente: niños y niñas desde el
principio nos abrazan y nos besan. Parece que nos conocen desde hace
años. Actuamos y todo sale muy fácil. Estamos dentro de una
guardería y es la primera vez que tenemos muchos lujos: un biombo
para recrear un teatro y hasta un ventilador. Nos reciben y nos
despiden cantando todos animados por su maestro, y ya dentro de la
furgoneta rodeados de niños que nos acompañan felices, una niña
dice: “¿Por qué no os quedáis aquí?...”
A diferencia de la
población indígena que se desplaza a la primera amenaza, la
población afro aguanta muchas más amenazas causadas por el
conflicto. Trabajan en el campo y muchos tienen cultivos que no
pueden abandonar al primer tiro. Unos no tienen casi nada. Otros, no
tienen nada.
Nos dice el maestro
bailongo que animaba a cantar a los niños: “Muchas gracias. Nos
habéis regalado kilómetros de felicidad”.
Solo llevamos acá 4 días
y 8 actuaciones. Quedan muchas más. Y muchas cosas bellas y
terribles que os irán contando “Los hermanitos Chévere”.
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