martes, 25 de noviembre de 2014

23 de noviembre, segundo día de la expedición






Día nuevo, briefing nuevo. Esta vez ya con Mónica Materazzo, responsable de Terres des Hommes, nuestra contraparte princpipal. Nos reunimos en sus oficinas, muy cerca de nuestro hotel. La reunión discurre sin sorporesas: nos dan la bienvenida, firmamos un contrato de colaboración y nos piden precaución con los contenidos del espectáculo, para evitar herir sensibilidades. Tras ello nos explican cómo funciona el campo de refugiados Emirates, que es donde trabajaremos los tres próximos días. El Emirates es un campo gestionado por el gobierno de los Emiratos Árabes Unicdos (EAU), y es muy restrictivo. Nos comentan que extrememos la precaución: nada de llevar cadenas en el cuello, pulseras o pendientes en el caso de los hombres, ya que culturalmente no está bien aceptados. Nos advierten que no nos quedamos solos en el campo en ningún moment. También nos explican que es uno de los campos más pequeños de Jordania, con 4000 personas, y con prácticamente 3000 niños. Nos dicen que, debido al mal tiempo, todo se hará en interior, primero para un grupo de 75 niños y después para un grupo de 75 niñas. Nos parecen pocos y negociamos con Mónica que para futuras actuaciones intenten reunir más niños por espectáculo (hasta 400) y nos comentan que revisarán sus protocolos de seguridad para ver si es factible.


Nos vamos finalmente hacia el campo de refugiados Emirates. Es curioso como, poco a poco y no demasiado lejos de la capital, apareces en medio del desierto. La llegada, sin embargo, espectacular. Una imagen imborrable. Un campo de refugiados en medio del desierto, perdido de la mano de Dios, donde nadie iría. ¿Una creación del hombre por y para protegerse del hombre? Desde fuera vemos la gran cantidad de barracones, ordendísimos, bien alineados, que conforman el campamento, como una escuela con caravanas prefabricadas pero multiplicado por mil! Un espacio milimétrico, cuidado ... Y sin alma. Como una colmena. Entrando, de camino al lugar de actuación, paseamos con la furgoneta entre las calles de esta ciudad temporal conformada por prefabricados, con familias dentro y fuera, entre barracas  pintadas que simulaban vegetación, ríos, agua. Un niño nunca debería vivir en un lugar así. Al final, no deja de ser una prisión de la que no puedes salir, rodeada de militares y una valla infinita.

La primera actuación, una vez más por las prisas, nos ha dejado un sabor agridulce. El control de acceso al campo nos ha retrasado y nos hemos tenido que activar rápido para actuar por los niños. El campo tiene un equipo de animadores y monitores muy divertidos, que entretienen a los niños cuando no están en clase. Así, de repente, nos encontramos actuando dentro de un prefabricado con 85 niños. Un buen espectáculo.

El turno de las niñas sería a la una y media, y pedimos actuar fuera. Acceden. Han sido 150 niñas. Increíble actuar mientras ves como, fuera de la valla, pasan los militares con un coche con una ametralladora pesada y perros de presa.

Nos explican que, de entre todos los campos, el Emirates es todo un lujo. Todas las familias están cubiertas de todas las necesidades básicas, y es que los Emiratos invierten mucho dinero. A quienes les toca vivir allí es como si los hubiera tocados la lotería. Qué irónico: un campo de refugiados deluxe.

Hablando con los monitores nos enteramos que no hay 3000 niños, sino 2000, y que ya había actuado otro grupo de clowns con anterioridad. Esperemos que mañana haya muchos más de 75 niños y 150 niñas! :)

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