La expedición comenzó tensa: malentendidos con los papeles de las vacunas en Barajas, incertidumbre, tensión... Y por fin, los cuatro payasos respirábamos tranquilos en un vuelo muy largo. Llegamos a Bogotá, 24 horas sin dormir. Así que descansamos cinco horas y volamos a Quibdó. Nos recibió un calor pegagoso y un lindo señor, Luis Emilio, nuestro chófer y compañero de viajes en esta aventura.
Llevamos cuatro días en esta ciudad tan cruda, tan dura y tan maravillosa, aunque tenemos la sensación de llevar aquí un mes. Todo está siendo demasiado intenso.
Nos despertamos aún de noche y comenzamos las actuaciones. A los niños del Chocó les gustan mucho los payasos. A los payasos nos encantan los niños del Chocó. Gritan y se ríen todo el tiempo, se nos intentan echar encima, pero esta maldita pandemia nos prohíbe achucharlos y comérnoslos a besos. Salimos sudados, contentos, cansados y con energía a la vez, y a por otra.
Y al mismo tiempo, reuniones, muchos cambios y soluciones. Nos cuentan de esta ciudad, somos cada vez más conscientes de dónde estamos, de los problemas de aquí, de la crudeza. De la vida aquí. Y de la muerte.
Haciendo piña estamos el gallego, los andaluces y el catalán. Y con muchas ganas de afrontar estas semanas que nos esperan aquí.
Muchos besos calurosos de Antuán, Pau, Lola y Peter.
¡Seguiremos contando!
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DONA
Atentamente,
Lola Mento, Pau Segalés, "Antuán" Delgado y Peter Punk.
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