lunes, 22 de enero de 2018

Casi sin darnos cuenta

Y así, casi sin darnos cuenta ha pasado una semana ya de nuestra llegada a la dulce Etiopía, va tan deprisa este lento tiempo africano… Y aquí estamos acogidos por la sonrisa etíope del grande de Rubianes…. Y es que cuando África te sonríe ya no hay vuelta atrás, no se trata de un flechazo, te enamoras lentamente… Ya quedaron atrás las risas con el gran Tortell, con el indispensable Carles y la dulce Magda en la oficina de Barcelona. Ya quedaron atrás los preparativos imprecisos, las mosquiteras, la armónica, el champú para piojos… Todo ya no existe, diluido en un presente etíope simple y acogedor, un demoledor aquí y ahora. Muchas cosas por preparar, prisas, preguntas, todo un poco atropellado, pero enseguida entiendes que Etiopía te acerca las cosas, de una en una, eso sí, sólo las que necesitas realmente. No busques demasiado y deja que venga, pareciera cantar la música de puestos y bares, todo invita a dejarse llevar aquí, pero junto a los otros, siempre con los otros. Son las reglas de la Madre África. 

Y así siendo alumnos aplicados fuimos consiguiendo durante nuestro primer día todo lo necesario para poder comenzar nuestro trabajo, lentos pero seguros: un equipo de sonido que funcione, micrófonos, algún biombo, lo necesario para poder comenzar a jugar y conseguir realizar una visita de esperanza a través de la risa. Ni más ni menos. Una visita a los olvidados, a los que no existen ya para un primer mundo frío y violento. Y así nos fuimos maquillando, afinando nuestros instrumentos, preparando nuestro mejor traje…Y confiados y nerviosos, nerviosos y confiados, hemos levantado el telón de este inmenso escenario que es Etiopía, porque aunque somos profesionales y tenemos experiencia, porque aunque Nuestro Sabanni lleva haciendo reír con el mismo convencimiento en países como Jamaica, Libano, Colombia… Porque aunque el señor Ariza cuente con 10 expediciones de payasos a sus espaldas y porque aunque Lolo, el andaluz se haya revolcado en varios campos de refugiados de Jordania o Kurdistán… Aún así, la responsabilidad y el deseo de que todo funcione nunca desaparece y ese gusanillo necesario se presenta como indispensable.

Todo listo. ¡Que comience la función! Y allí están ellos, la razón de todo este lío de payasos y narices, cerca de 200 refugiados eritreos, jóvenes, adultos, pocos niños… y comenzamos nuestro primer show en el Resorce center de Addis Abeba, o lo que es lo mismo, un centro de formación “profesional” para refugiados, donde poder dotar a los mismos de algunas habilidades útiles para poder insertarse en un futuro en la sociedad etíope. Porque la guerra no sólo te mata y te destruye, te expulsa de tu vida y te arrebata tus pertenencias, tu identidad, la esperanza. Dejas de existir y no tienes sitio en el mundo.

El público nos recibe con amabilidad, con sonrisas, les caemos bien. Pero la energía del lugar es pesada, extraña, algo parecido a la desgana esta en el ambiente, ríen pero no se desatan. Es como si la energía fuera la justa y hubiera que administrarla. Y entonces no forzamos y conseguimos con tacto que nuestro primer show y toma de contacto en Etiopía sea un éxito.

Pero nos damos cuenta de algo, nos hemos topado con la visita de una dura competencia en el escenario, el cansancio y, en ocasiones pudimos comprobar, el hambre de nuestro público. Y es que en nuestro segundo show del día comenzamos fracasando como lo hacen los buenos payasos. Un publico mas familiar de refugiados de diferentes zonas, Yemen, Eritrea, Sudán… Y allí estábamos los 3 payasos haciendo tonterías ante un silencio monumental y caras de no comprender qué está pasando. Somos testigos de la perplejidad de un público que se pregunta si no sería mejor en vez de estar delante de 3 tipos raros, que alguien no les diera de una vez algo de comer. Y fue el grito nervioso de una mujer el que nos hizo parar para poder comprender que estaba sucediendo. Todo se paró, ¡Se desactivó! Pero amigos, nosotros somos payasos y otra cosa no, pero de peleas en el escenario entendemos y mucho y con un guiño cómplice a la mama Africa comenzamos no un show, si no la noble pelea del payaso. Os vais a reír, os vais a reír... Y con ese conjuro les mostramos la razón de por qué estábamos allí y dimos lo mejor de nosotros, improvisamos, los escuchamos, ahora esto no, ahora esto sí, y fuimos generosos y peleamos por cada risa y África nos sonrió, se entregaron a nosotros, olvidaron por un momento sus carencias, marchando contentos unos, riendo otros, relajados… Y así cerramos nuestro primer día en Etiopía, agotados y felices, satisfechos pero con mucho por procesar. Cansados, humildes y agradecidos ante lo que significa la palabra PAYASO en mayúsculas. Mañana será otro día, y quizás aprendamos algo para ser mejores payasos.







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