Ayer fue uno de esos días en los que antes de desvanecerte piensas: “¿Ha sido real? ¿Hemos soñado despiertos?”
Mientras avanzamos por el pasillo hacia nuestro “camerino”, como de costumbre, hacemos una visualización general y saludamos a las familias. Issouf, como de costumbre, nada más vernos aparecer se arranca a llorar.
A Issouf y su madre (Adjara) los conocimos el primer día de intervención. Y ya van tres. En la primera el llanto era inconsolable, y en las dos siguientes, Adjara nos ha hecho signos de que no quería que nos acercáramos.
¡Fantástico! No pasa nada. Pero la pregunta es: Y con Issouf…. ¿cómo lo hacemos?
Y mientras nos cambiamos le vamos dando vueltas. Y una….y otra…..y otra más…..y cuando toca salir….miras a tu compañero, te encomiendas a lo que más energía te da y te dices: ¡Palante! ¡¡Venga que podemos!!
Primera habitación: Todos duermen. No pasa nada…. ¡Awn bi doni! (nos vemos luego en dioula –una de las lenguas más extendidas en Burkina Faso-)
Segunda habitación: Todos duermen. No pasa nada…. ¡Awn bi doni!
Tercera habitación: Issouf y sus dos compañeros de habitación. Despiertos (o algo asi…) ¡”Vinga va”! ¡Courage!
Menos mal que Adjara, que nos ha calado desde el primer día, nos ayuda a entrar en la habitación eliminándonos del campo visual de Issouf.
Y jugamos con Raïm,… y con “le petit Issouf”… y con sus acompañantes... y con Adjara… y con Fanta, una voluntaria que viene a visitar a los niños y sus familias.
Y mientras tanto, en algún momento, “le grand Issouf” ha empezado a observarnos.
¡¡Y no llora!!
Y aparecen las pompas de jabón. Y no le importa que rompan en su piel (bastante afectada hay que decir…). Y aparece un pequeño balón de colores. E Issouf empieza a jugar.
Y todo desborda.
Las pelotas vuelan, los cuerpos empiezan a moverse, aparece el baile, la puerta se llena de familias, llega la música, seguimos bailando hasta el agotamiento y, después de muuuuchos minutos…..toca despedirse. Hay más niños en la planta.
Y aquí es cuando aparece la magia.
Y aparece cuando de repente, ante un suave masaje en el pie (así…. como para que se quede con algo más), Issouf te regala una sonrisa. Es una sonrisa cansada, pero es una sonrisa. Y no te lo puedes creer, así que sigues (así…. como para aprovechar). Y entre festejos colectivos, miradas incrédulas y expresiones de felicidad máxima, se escucha un sonido ahogado que es, nada más y nada menos, que el resultado de un esfuerzo titánico de Issouf para que su risa se escuche.
Increíble. Inenarrable. Mágico.
Y tan real….
Issouf había empezado a mover su cuerpo y ¡¡lo estaba disfrutando!!
Y en este momento se te va al carajo el control emocional y te conviertes en la payasa que llora. Y da igual. Porque descubres que hay “algo” que nos une como personas y que no entiende de territorios, ni de lenguas, ni de colores, ni de creencias, ni de capital, ni de nada que no sea la persona en sí misma.
Y con este sentimiento, la cara empapada en sudor y lágrimas, la nariz rebosando mocos y demás fluidos y bendiciones como para que no te pase nada malo en mucho tiempo…..sales al pasillo, te secas con la falda, miras a tu compañero, descubres unos ojos cristalinos, y no hace falta decir más. Nos abrazamos en un charco de sudor, damos tres saltitos juntos y….
¡Vamos a por la siguiente! Que Oho Diane nos espera.
A la salida del pabellón, con rostros de cansancio, el cuerpo apaleado y una sonrisa de complicidad, nos encontramos con que los mangos del hospital dejan caer tres frutos a nuestros pies. Y que el cielo nos regala una refrescante lluvia torrencial que elimina cualquier rastro de sofoco.
Así que ayer, después de que todo lo vivido empezara a posarse…. decidimos brindar con vino.
Sí. Definitivamente, ayer fue un gran día.
¡¡Gracias Issouf!! ¡¡Gracias Vida!!
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