Ayer por la tarde hicimos el último bolo de la expedición. Se notaba que no queríamos que se acabara y estiramos cada juego y cada número. Como todos los días, nos despedimos cantando Abaná (*se acabó, en dioulá). Ellos nos responden a gritos negando con la cabeza ¡Amabá! (*No, ¡no se acabó!).
Y tienen razón, esto no se acaba. Nosotros volvemos a casa felices, como si nos hubieran recargado las pilas, con la mirada más limpia y con una sonrisa más grande y duradera -si es que esto es posible-, que las que nos han ido regalando los niños y niñas en Burkina durante estas dos semanas.
Lo mejor de todo es que aquí se quedan Lucie y Davo, así que nuestra pena por marchar queda amortiguada sabiendo que estas niñas y niños van a poder disfrutar de ellos.
En esta expedición hemos realizado 20 espectáculos para más de 3.500 personas.
¡ANITIÉ! (*¡Gracias!)
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