Cubierto el Ecuador de esta nueva visita a Buenaventura para algunos de nosotros. Seis espectáculos en los que hemos vuelto a palpar la cruda realidad cotidiana de estos niños lamentablemente acostumbrados a la violencia, hostigados, forzados a la delincuencia, o indígenas desplazados de su entorno sin apenas conocer el idioma. Y todos con una acogida efervescente, necesitados de olvidar su miseria durante un rato. Y agradecidos, sobre todo muy agradecidos. El primer día en un colegio, tras la función, un grupo de diez o doce niñas nos gritaron alineadas y a coro «¡Gracias por traernos la alegría!».
El trabajo va a ser duro, dos o tres espectáculos diarios y un taller bajo un clima tropical tórrido y pegajoso, pero la experiencia una vez más será enriquecedora e inolvidable. Estos niños nos enseñan a encarar la vida con una sonrisa.
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