Segunda etapa.
A cuatro horas de viaje de Esmeraldas llegamos a Pedernales, epicentro del terremoto. Donde antes se levantaban edificios de cemento que acogían a visitantes
ahora sólo quedan huecos vacíos y edificios desnudos con heridas
abiertas.
Grietas, agujeros, escombros, cicatrices en una ciudad que lentamente se vuelve a levantar. Comenzamos nuestras andadas por barrios humildes, con barro en el suelo y casas de caña improvisadas.
Aquí no estamos solos, siempre hay gente que con las mismas ganas que nosotros nos ayuda a pintar el silencio con carcajadas.
Así llegamos al barrio de "Brisa del Pacífico", el escenario una cancha
agrietada, las miradas del público nos iluminan más que las bombillas de
las farolas.
Continuamos en el barrio de "La chorrera" entre casas de lona y arena de playa montamos nuestro pequeño circo.
Estos últimos dos días hemos estado en dos de los albergues en los que aún viven cientos de personas. El calor, la lluvia y el cansancio nos pesan en cada paso pero el sonido de la risa nos hace invencibles.
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