viernes, 11 de noviembre de 2016

Primeras impresiones en El Salvador


Aterrizaje

7 y 8 de noviembre

Al aeropuerto de San Salvador, popularmente conocido como Aeropuerto de Comalapa, hace poco lo han nombrado Monseñor Arnulfo Romero, el obispo asesinado en el momento de la consagración, durante una misa en 1979.

A las siete y quince de la noche, hay gente esperando a los suyos: salvadoreños que van y vienen, porque parece que El Salvador es solo una estación más en una larga travesía buscando mejores oportunidades de vida, los eternos emigrantes.

En esta estación es fácil distinguir a Pau y a El Negro, los colegas de Payasos sin Fronteras que nos acompañarán durante 15 días, a diferentes comunidades salvadoreñas. Es fácil distinguirlos digo, por los sombreros y por el cansancio, serán ¿cuántas horas, 16, 18? Y faltan todavía otras tres para llegar a San Antonio Los Ranchos, en el departamento de Chalatenango, al noreste del país.

Luego del viaje y del cambio de horario, seis horas de diferencia entre El Salvador y España, el sueño es un parpadeo. Hay que estar a la mañana en el Centro Cultural Jon Cortina, para contactar con los coordinadores chalatecos, el colectivo TNT, con quien nos une la pasión por lo que hacemos y la satisfacción de trabajar para las comunidades.

Damos la bienvenida a nuestros invitados con un recorrido por el Centro Cultural que lleva el nombre del sacerdote jesuita que ayudó a construir este hermoso espacio cuando el país salía de una guerra que los libros aseguran que duró doce años.

Presentaciones, conversaciones, intercambio de ideas y experiencias  sobre nuestros haceres y sobre la organización de estos días en que compartiremos con jóvenes y públicos de las comunidades del sector, una estupenda travesía  de sonrisas para la gente.








¿Listos?

9 de noviembre

Acá el día comienza a las 5 a.m., si no es que antes, pero en el Centro Cultural estamos a las 7.30 a.m. para compartir el desayuno en la mesa comunitaria. Los chicos llegan de las comunidades aledañas, con ropa de trabajo, bromas y expectativas de encontrarse con la gente de Payasos sin Fronteras para compartir y aprender.

La sala  Roberto Armijo, llamada como el poeta chalateco fallecido en el exilio de París,  será nuestro espacio durante los dos días que se vienen. A mí siempre me pone nerviosa encontrarme con un grupo nuevo, es como descubrir territorio desconocido. Los chicos calientan un poco antes de comenzar, tienen entre 18 y 24 años, alguien saca un trío de pelotas y El Negro se pone a depurar el oficio, es genial ver el rostro de alguien que descubre cosas y disfruta descubriendo.

Arrancamos: ¿Listos? Y comenzamos a jugar, la escena es siempre juego, aunque a veces lo olvidemos, el taller es el espacio justo para recordar el placer del juego, del descubrimiento. Abrimos con los ejercicios de calentamiento, para que el cuerpo despierte y recuerde sus capacidades, su voz, su movimiento y luego pasamos a los ejercicios de clown y de improvisación con El Negro.

El sonido de la campana llena el espacio. La jornada de cuatro horas ha pasado sin sentirla. En la mesa compartimos risas y nos contamos cosas: cómo es allá y cómo es aquí, eso también enriquece el proceso para los jóvenes que participan, nos descubre otras realidades.

A la tarde, Pau nos asombrará con la magia y la sorpresa de descubrir lo que hay detrás de la magia, probar nuevas cosas, saber que podemos hacer nuevas cosas, recordar la sorpresa de la infancia. Completamos otras dos horas de trabajo, los chicos deben regresar a sus comunidades, con tarea para mañana, cuando nos encontremos de nuevo en el espacio generado para  compartir.

Jen Valiente - Asociación TIET



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