lunes, 23 de marzo de 2015

16 de marzo: ¡Primer día de trabajo en Bobo-Dilouasso!



©Payasos Sin Fronteras

©Payasos Sin Fronteras

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Hoy por fin hemos empezado a clownear en el hospital de Bobo Dioulasso. Despues de varias reuniones con el equipo medico del hospital para acordar las intervenciones con los desnutridos, ya había ganas de ponerse la nariz y jugar. El momento de cambiarnos antes de salir al pasillo es de muchas dudas...podremos conectar con gente que habla otra lengua y que nunca ha visto un Clown? Cuanto tardaremos en hacer llorar un niño? Con estas preguntas en la cabeza comenzamos a recorrer el pasillo, y cada vez que nos cruzamos con alguien, baja los ojos y sigue su camino sin mirarnos. No parece un buen comienzo...

En la primera habitación hay tres madres y dos bebés bastante pequeños. Asomamos la cabeza y nos miran con sorpresa y un leve rechazo. Poco a poco vamos entrando y Davo saca un estetoscopio de plástico rosa con el que les medimos el pulso en la planta de los pies. Las mujeres se ríen con ganas. Inflamos corazones de globo y decoramos los goteros y las paredes, nos tropezamos para salir,... No estamos seguros de que les haya gustado pero, al entrar en la siguiente habitación, vemos que las mujeres nos siguen para no perderse detalle del show. Poco a poco el público crece y vamos recorriendo el hospital con un grupito de espectadores entusiastas que se ríen a carcajadas con cada nueva payasada. Muchos nunca han visto pompas de jabón y se sorprenden al verlas como si fueran niños, es muy bonito verles disfrutar tanto.

Algunos bebés se asustan al vernos y lloran un poquito pero se les olvida el susto con las luces y la música.

Cambiando de tema, el hospital está en un estado lamentable: hay mucha suciedad, las camas están en muy malas condiciones, hay decenas de cucarachas por todas partes y el olor a orín y sudor es asfixiante. Hacer el payaso aquí no es fácil, a veces la emoción o el asco nos invaden, pero si salimos hacía afuera, a las miradas asombradas y alegres de los pacientes de este hospital, la fealdad del ambiente se diluye y quedamos solo las personas y el hilo que la sonrisa teje entre nosotros a pesar de nuestras diferencias.

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